La corrupción e influyentismo en el sistema penitenciario del país es evidente y un ejemplo claro son las fiestas y convivios organizadas por propios internos ante el consentimiento de las autoridades carcelarias.
Joaquín “el Chapo” Guzmán Loera fue el primer narcotraficante en hacer fiestas con litros de whisky en el penal de Puente Grande, ubicado en estado de Jalisco, según testimonio del periodista Jesús Lemus en su libro Los Malditos 2.
En este, también se relata que Guzmán Loera ordenaba su comida y tenía acceso a todos los módulos del penal sin restricción, así como banda en vivo o compañía femenina.
De acuerdo con La Unión Jalisco, uno de los primeros en realizar este tipo de fiestas, tras pagar una fuerte suma de dinero, fue Rafael Caro Quintero, durante el tiempo que estuvo encarcelado en el Reclusorio Norte, según documentos desclasificados del Archivo General de la Nación.
Años después, José Luis Gutiérrez Valencia, jefe del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y concuño de Nemesio Oseguera Cervantes, "El Mencho", hizo lo mismo que los capos al festejar en el patio de Puente Grande.
En las últimas semanas apareció una fotografía de Horacio N., imputado por el delito de fraude, quien habría utilizado un dormitorio especial para divertirse en plena epidemia por coronavirus.
Con información de Político.