OPINIÓN: Pablo Lemus: un personaje agotado (Parte II)
Mtro. Juan Luis H. González S.
La vida pública de Jalisco y de México está urgida de políticos profesionales, sobre todo, porque cada día son más las y los políticos improvisados y frívolos que sucumben a la sociedad del espectáculo. Ejemplos sobran.
Pero ¿por qué necesitaríamos políticos profesionales? Porque el papel de un gobernante no puede reducirse a la simple administración de dinero y de bienes públicos y mucho menos a la promoción personal con cargo al erario.
Gerenciar recursos públicos y tomarse selfies con los ciudadanos lo hace cualquiera, ser un gobernante serio es otra cosa e implica una visión de Estado ligada a principios y fundamentos como la justicia, la pluralidad, la tolerancia, el diálogo y, desde luego, la inteligencia política. Un hombre de Estado tiene una perspectiva amplia de la vida pública, que incluye conocimientos, destreza y lealtad a ciertos principios. Un político del momento tiene ocurrencias y desplantes.
Pablo Lemus está pasando un muy mal momento después de su segundo informe de gobierno, precisamente, porque ha demostrado que no es un hombre de Estado ni un político profesional. Pablo es un gestor público medianamente efectivo, pero no un gobernante que entienda las circunstancias de su entorno, sus alcances, posibilidades y, sobre todo, sus propias limitaciones. Pablo vive enamorado de sí mismo y eso le ha impedido ver, escuchar y entender la realidad que lo rodea. Realidad que se puede condensar en dos simples preguntas.
¿Pablo ha sido buen administrador? Tengo mis dudas. Si hacemos un balance entre los beneficios que han obtenido Pablo Lemus y la ciudad en estos dos años de gobierno creo que el ganón ha sido el alcalde. Guadalajara no ha ganado nada.
Las grandes y cacareadas obras que presume el alcalde o fueron hechas —casi en su totalidad— en anteriores administraciones o son proyectos que ha impulsado el Gobierno del Estado: Paseo Alcalde, la renovación de espacios públicos como el Parque Luis Quintanar (antes Solidaridad) y el parque San Rafael, por citar algunos ejemplos. Incluso buena parte de las obras de pavimentación, construcción de ciclovías, rehabilitación de banquetas, colocación de arbolado y renovación de mobiliario que se han realizado en Guadalajara en estos años las ha ejecutado el gobierno estatal.
En contraparte, Pablo nunca pudo con dos graves problemas que sí son de su entera responsabilidad: la basura y los delitos del fuero común como el robo a transeúntes, casa habitación y vehículos. Guadalajara, desde Oblatos hasta La Minerva y más allá, está invadida de basura y desperdicios mientras el alcalde se ha pasado dos años amenazando a CAABSA Eagle —la empresa a la que le paga por recoger la basura— y prometiéndole a los ciudadanos que va a remediar la situación. En dos años no pasó nada, ni el carretón.
A lo anterior hay que sumarle que la zona centro de Guadalajara, la colonia Americana, la Moderna, San Juan de Dios y otras más que están en el corazón de la ciudad, presentan una altísima tasa de delitos que pegan en la percepción de las y los tapatíos. Según la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), en los dos primeros trimestres de 2023, la ciudad gobernada por Pablo Lemus mantuvo una percepción de inseguridad de 77 por ciento, 15 puntos más que la media nacional. También en estas encuestas se debería poner atención.
¿Pablo es un político profesional? No. Si lo fuera y apelando a su popularidad, en este momento no tendría problemas para ser el candidato de unidad de MC, pero el alcalde vive tropezándose consigo mismo. Habla de unidad y golpea a sus adversarios internos, apela al trabajo en equipo y envía emisarios de bajo perfil a atacar a los liderazgos de su propio partido, habla de libertad e intenta amordazar a sus críticos controlando medios de comunicación con la chequera del gobierno en la mano.
Pablo debería entender que la democracia es un bien público que se edifica en los cimientos de la crítica, la diversidad de opiniones y la deliberación pública. Pablo ya debería entender eso, después de 8 años de administrar los dos municipios más importantes del estado y también debería tener claro que la realidad política no se construye a base de caprichos, gritos y mucho ánimo.