Joven qué precio Covid-19 se siente muy feliz por haber donado su plasma para que pacientes graves de esta enfermedad se recuperen. Así lo escribió en su cuenta de Facebook:
“Hoy fue mi tercera visita al IMSS en Cuernavaca, Morelos, pero definitivamente la que más alegría me ha causado. Mis síntomas de Covid-19 comenzaron el 1 de mayo por la noche. De ahí, 14 días después, dejé de ser caso activo oficialmente. Fue una manifestación leve, pero no sin sus sustos.
Eso significa que la capacidad de transmisión del virus SARS-CoV2 termina, pero que mi sangre cuenta con una sustancia llamada anticuerpos. Estos los produce el sistema inmune de cada paciente recuperado y se concentran en uno de los componentes de la sangre: el plasma, de color amarillo.
En la página del IMSS me enteré que en México se estaba llevando a cabo un experimento, como en algunos laboratorios y hospitales del mundo, donde este plasma podría ser útil a los enfermos de Covid-19 y en estado grave.
Me puse en contacto con una amiga doctora del IMSS de Cuernavaca, en Plan de Ayala, quien me informó que aquí estaban realizando la toma de muestras para ese protocolo. No lo dudé y arranqué el proceso.
Las doctoras que me atendieron en el banco de sangre fueron sumamente amables. Me dieron toda la información dejando claro que era un proceso donde lo más importante era asegurar que el plasma fuera seguro.
Entre los requisitos que me pidieron estaba el tener una segunda prueba donde ya apareciera negativa la prueba para SARS-CoV2, me atendiera algunas caries pendientes y llenara varios cuestionarios donde evaluaban mis antecedentes clínicos y físicos.
En la primera visita notaron que mis venas de los brazos estaban un poco ocultas, por lo que la aguja podría tener complicaciones. Esta aguja es distinta a la de donación de sangre ya que cuando se dona plasma una máquina solo retira lo que necesita y regresa la sangre ya sin plasma. Me recomendaron hacer pesas o mancuernas para resaltar las venas.
Hace unos días me volvieron a llamar y me dieron cita para hoy. Me dijeron que fuera a las 7 de la mañana en ayunas, y ya listo para intentar la donación. La verdad fui con algo de miedo, sobre todo pensando en que quizá algo fallara y no pudiéramos avanzar.
Al llegar todo fue muy rápido. Me recibieron, me hicieron una última entrevista y formularios. Firmar algunos documentos y en cosa de minutos ya me estaban sentando en la cama para plasma. Afortunadamente la vena salió mejor (funcionaron las mancuernas).
Las doctoras, enfermeras y el resto de personal me comentaron que al momento solo ha habido dos donantes de plasma convaleciente antes, ambos trabajadores del hospital. Yo sería el tercero, pero esperan que con la difusión muchos más pacientes recuperados puedan ingresar al protocolo.
A la máquina hay que “ayudarle” a sacar la sangre abriendo y cerrando la mano y descansar cuando viene de vuelta. El proceso dura alrededor de 50 minutos y es más tardado que una donación de sangre. Logramos obtener una bolsa de 600 mililitros de plasma que podrían ayudar a pacientes graves en su tratamiento y a mejorar sus expectativas.
Se me hizo muy chido ver el interés que tenían las doctoras y enfermeras por que el procedimiento corriera impecable. En algún momento, algún médico se tomó una foto con la máquina ya al borde de los 550mililitros. Imagino que para mostrar evidencia del avance de la muestra.
Cuando terminamos me pasaron a un sillón para preparar al siguiente donante. Ya seríamos 4. Me dieron un sándwich, dulces, una manzana y gelatina. Poco después salió la doctora y me dijo “¿quieres que te tomemos una foto con tu plasma?”, y pues con todo lo raro que se me hizo en el momento, pensé en el significado que tiene su trabajo.
Es apenas un resultado, un paso, en todo el arduo proceso de estas personas en la ruta de encontrar un tratamiento que ayude a salvar vidas de quienes más padecen esta enfermedad. Hoy mismo, cuando la cifra de fallecidos se cuenta por miles. Me tomé la foto. Aquí se las dejo.
Esa bolsa, que representa tanto, todavía tiene que ser evaluada para poder administrarla. Me dicen que en una semana más podría volverme a presentar a seguir donando si tengo voluntad. Necesitamos comunicar esto para seguir nutriendo este experimento y, si todo sale bien, abrir un hueco de esperanza entre tanta tragedia.
Sé que habrá alguien que lea esto y que conozca hoy o mañana un caso que pueda aportar a este protocolo. ¡Que le entre! No hay que tener miedo: miedo a no hacer nada cuando lo pudiste hacer y tener que vivir con ello. Hoy, quien esté en posibilidades, tiene una obligación moral histórica y donde el tiempo corre a saltos. Hay que donar.