En la opinión de Elí González
@calacuayoMX
Los violencia generalizada en
México siguen al alza al menos en lo que va de las últimas 2 décadas. Parece no
tener freno ni límite. Esto nos consta a todos.
La sociedad y los medios de
comunicación hablan de la violencia todos los días.
Repiten como pericos lo que ya
todos sabemos y nos consta.
Pero pocos o casi nadie hablan de
la solución. Y mucho menos de las causas.
Tenemos una sociedad descompuesta
por el mismo sistema. Ese sistema que restó autoridad a los padres y maestros;
que le conviene que la sociedad siga descomponiéndose para que siga produciendo
ignorantes.
Pero a ese sistema podrido lo
abona la sociedad que cada día sigue reproduciéndose sin control y sin reglas,
sin darse cuenta que está cayendo en el juego sucio de ese sistema que destruye,
que corrompe y que mata.
Cuando se habla de cuestiones (cartillas)
morales en el gobierno, de inmediato salen a burlarse los que quieren perpetuar
el sistema descompuesto.
Lamentable porque los más
ignorantes caen en el juego de quienes dicen que no se debe impartir un tema
moral desde el gobierno. Que el presidente parece pastor o sacerdote de alguna
religión. Y que la educación es laica.
Como si la moral y las buenas
costumbres, fuesen exclusivos de las religiones. Que una sociedad laica no
puede tener moral.
El gobierno tiene un adversario
con cierto poder. Ese enemigo que tiene el poder destructor y que se opone a
los cambios.
Lo más lamentable es que esos que
nos han robado, nos han matado y nos han empobrecido, siguen contando con un
cómplice muy poderoso. (Los medios de comunicación).
Los que antes elogiaban al
gobierno a cambio de dinero público. Son los mismos que hoy están en contra de
todo lo que proponga el gobierno, porque extrañan las prebendas que dejaron de
percibir.
Es fácil darse cuenta que los que no quieren que se imparta o distribuya un tema moral entre la sociedad son justamente los inmorales.
Esos que han vivido del hurto y
del crimen desde puestos públicos; que se han servido de nuestros recursos para
vivir como reyes. Esos son los que se burlan de la impartición de un folleto
que habla de moral. Ellos saben que aunque pocos, tienen algunos seguidores que
en su ignorancia replicarán sus falacias.
Ya basta de ver la violencia como
algo cotidiano, de ver cómo se autodestruye nuestra sociedad, de volvernos
indolentes ante los crímenes. Dejemos de echar culpas y empecemos a
solucionarlo nosotros desde nuestro alcance.
¿Cómo podemos ayudar?
Yo me comprometí ante mis amigos,
mis padres y hermanos, que a mi país le heredaría buenos hijos, con carrera
profesional, con preparación técnica, económica pero sobre todo moral. ¿Y saben
qué? He cumplido.
Pero mi trabajo no termina ahí,
tengo amigos, hijos de mis amigos, sobrinos etc... Ahí tenemos que sembrar la
semilla del bien. No necesitamos ser religiosos para enseñar buenas costumbres,
no necesitamos una religión para formar buenos hijos, solo se necesita
conciencia.
Nuestros hijos y nietos deben
saber que la tierra se cuida. Que el medio ambiente, los recursos naturales y
los recursos materiales se cuidan, se protegen, se ahorran. Que todos los seres
vivos tenemos una función para que este planeta gire normalmente y esta
sociedad viva en armonía. Qué hay cosas innecesarias como el maltrato animal, a
destrucción de la naturaleza y el derroche.
Cuando nosotros empecemos a
enseñarles esto que es tan básico a nuestros hijos, empezaremos a cambiar el
mundo.
Pero también en la medida que
nosotros dejemos de verlo, que nos volvamos indolentes, que participemos en la
destrucción de la sociedad, estamos siendo cómplices de la violencia. Sí, tú
eres responsable de la violencia.
Todos somos responsables de la
violencia porque permitimos que se perdieran los valores, porque le restamos
autoridad a los maestros y a nosotros mismos ante nuestros hijos.
Todos somos corresponsables de la
violencia porque aun sabiendo la solución, no hacemos nada por impartir
pláticas entre vecinos, amigos y familiares.
¿Las marchas y protestas? Esas
déjales a los vándalos, a los que son parte de la destrucción. Eso no soluciona
nada, al contrario, lo complica todo, hace más daño.
Es momento de cambiar esta
realidad y la solución está en nuestras manos.