El tipo de cambio brasilero volvió a devaluarse otro 1% y alcanzó los 4,26 reales por dólar, su máximo histórico desde la implementación del Plan Real en 1994 bajo la gestión de Fernando Henrique Cardoso al frente del ministerio de Economía.
Si bien se trata de un sendero que se veía observando desde principios de noviembre, el alza se intensificó tras las declaraciones del ministro Paulo Guedes, quien pidió acostumbrarse a un dólar alto.
"El dólar está alto. ¿Cuál es el problema? Cero. Ni siquiera está causando inflación. Es bueno acostumbrarse a una tasa de interés baja y a un dólar alto por un buen tiempo", afirmó desde Washington.
Sus palabras causaron un gran revuelo e inmediatamente los analistas comenzaron a preguntarse qué tanto seguirá subiendo la divisa si cuenta con el visto bueno oficial.
Tal es así que Bolsonaro tuvo que salir a remarcar que él prefiere que la cotización baje. De todos modos, aclaró que Guedes es quien maneja la economía y que la suba del dólar "tiene pros y contras".
Más allá de las declaraciones de Guedes, la fluctuación del real coincide con el movimiento de las monedas de la región a raíz del conflictivo escenario a nivel político que se está viviendo en la mayoría de los países.
"Lo que está pasando en Brasil es una salida de capitales por miedo al efecto contagio por los problemas de la región. América Latina va a tener un muy mal año como consecuencia de todos estos conflictos políticos, con lo cual bajan los bonos brasileños y sube un poquito el riesgo país", explicó a LPO el director de la consultora DNI, Marcelo Elizondo.
"La segunda razón es que Brasil tiene un déficit alto, necesita deuda y hay dudas de si podrá seguir endeudándose en dólares como lo vino haciendo hasta ahora por la volatilidad en el mundo. A su vez, la salida de Lula de la cárcel le genera a Bolosnaro menos confort para el avance en las reformas estructurales en las cuales el mercado confía mucho. Y el propio Bolsonaro rompió con su partido político, está creando un partido nuevo y no está tan clara la solidez de su alianza en el Congreso", agregó.
Para el ministro de Economía, los pros de este incremento radican en que Brasil "exportará un poco más e importará un poco menos", lo que enciende luces rojas en la delicada economía argentina a nivel cambiario, comercial y por el riesgo que implica en la cuenta turismo.
Es que a pesar de que el cepo bloquea las posibilidades de un nuevo shock a corto plazo, una devaluación brasilera puede generar presión cambiaria mediante un alza de las cotizaciones en el mercado paralelo.
A su vez, podría revertir el superávit comercial que se registra desde hace un año y acumula un saldo de 11.265 millones de dólares en los primeros diez meses, prácticamente la única herencia positiva que dejará Macrien materia económica.
"Las exportaciones de Argentina siempre son mucho más sensibles al crecimiento de Brasil que a cualquier devaluación. Pero en la medida que no se genere ese crecimiento, una devaluación en sí misma perjudica", subrayó Martín Kalos, economista en jefe de Elypsis.