Los números de Claudia Sheinbaum, jefa de gobierno de la Ciudad de México, de acuerdo con los más recientes estudios de Consulta Mitofsky, la colocan entre los gobernantes mejor evaluados del país.
Una vez transcurridos, entre incertidumbre y dudas, los primeros meses de su administración parece que la mandataria capitalina, Claudia Sheinbaum, ha agarrado las riendas del gobierno y ha comenzado a imponer su sello y su visión a las acciones que emprende su equipo de trabajo, incluida su comunicación personal.
Sin embargo y más allá de estrategias y narrativas, Sheinbaum es la única gobernante del país que ha impulsado, abiertamente, una agenda política y de gobierno a favor de los derechos de la comunidad LGBTTTIQA y en contra de la discriminación y exclusión.
Esto podría parecer un hecho irrelevante y natural en nuestros tiempos, pero no lo es. Hace unos días, en el estado de Nuevo León se aprobó una inverosímil y retrograda ley de salud denominada “objeción de conciencia” y la cual abre la posibilidad de que el personal médico y de enfermería se niegue a prestar atención a una persona, solo por el hecho de pertenecer a la comunidad LGBT, ser migrantes o indígenas. En ese contexto, Sheinbaum es la única y más visible defensora de las minorías, algo que no debería pasar inadvertido en un país profundamente desigual, racista y clasista como lo es México.
Además, el Gobierno de Sheinbaum se asume de izquierda, de esa izquierda que tiene su origen en las luchas del siglo XX a favor de los derechos y las libertades. La esencia de la visión social de la jefa de gobierno está en la busqueda democrática de de mujeres, hombres, estudiantes, activistas y luchadores sociales que siempre han sido exclusidos.
Sheinbaum ha centrado su discurso en los cambios profundos que necesita el gobierno para terminar con privilegios, corrupción y abusos de poder. “Trabajamos con la ciudadanía para disminuir las desigualdades, ampliar los derechos sociales, garantizar los derechos humanos, promover la participación ciudadana y fortalecer la rendición de cuentas.”
En ese sentido, Sheinbaum es la única gobernante local del país que tiene un planteamiento ideológico claro, frente a pragmatismo y los bandazos de la clase política, un discurso inamovible y una convicción a prueba de todo, algo que no es muy usual en los políticos de México y del mundo.