Vestido con vestimentas rojas, simbolizando la sangre derramada, el papa Francisco se postró en el suelo por unos momentos.
La contemplación silenciosa de la Pasión de Cristo es esencial el Viernes Santo.
Después de la liturgia de la Palabra, el predicador de la Casa Papal, el p. Raniero Cantalamessa reflexionó sobre el significado del sufrimiento en el contexto actual de una pandemia.
“La pandemia de coronavirus nos ha despertado abruptamente del mayor peligro que los individuos y la humanidad siempre han sido susceptibles: el engaño de la omnipotencia. El virus no conoce fronteras. En un instante, derribó todas las barreras y distinciones de raza, nación, religión, riqueza y poder. No debemos volver a ese momento anterior cuando este momento ha pasado", declaró Reniero.
“Dios "sufre", como cada padre y cada madre. Cuando descubramos esto algún día, nos avergonzaremos de todas las acusaciones que hicimos contra Él en la vida. Dios participa en nuestro dolor para vencerlo".
La pandemia forzó algunos cambios en la forma en que se llevó a cabo la liturgia. Por ejemplo, uno de los momentos más cruciales de la liturgia es la adoración de la Cruz. Los participantes lo besan uno por uno. Este año, como medida preventiva, solo el celebrante besó la cruz.
Con información de EL DEBATE.
Mira los brazos abiertos de Cristo crucificado, déjate salvar una y otra vez. #OremosJuntos#ViernesSantopic.twitter.com/fChvavWjG6
— Papa Francisco (@Pontifex_es) April 10, 2020