
La FGR Mexico me avisó en cuanto detuvieron al exgobernador #MarioMarin escondido en Acapulco. Llevo 14 años buscando justicia por haber sido torturada por este cómplice de redes de #PornografíaInfantil Vamos por todos, escribió Cacho en su cuenta de Twitter.
La periodista Lydia Cacho confirmó la detención del exgobernador de Puebla, Mario Marín, y pidió “ir por todos” los involucrados en la tortura de la que fue víctima por denunciar redes de pornografía infantil.
El exgobernador de Puebla, durante 2005 a 2011 fue detenido este miércoles en Acapulco, en el sureño estado de Guerrero, por presuntamente haber torturado a la periodista Lydia Cacho en 2005 tras destapar una red de pornografía y prostitución infantil.
“El Gobierno de Puebla reconoce a la Fiscalía General de la República su labor de inteligencia para lograr la detención de Mario Marín Torres, esperando que la justicia se aplique con rigor”, confirmó desde su cuenta de Twitter el actual Gobernador de Puebla, Miguel Barbosa.
Marín era buscado desde hace casi dos años, después de que en abril de 2019 una Jueza del suroriental estado de Quintana Roo emitiera una orden de aprehensión contra cuatro personas: el exgobernador, el empresario José Kamel Nacif, el exjefe de la policía estatal, Adolfo Karam, y su director de mandamientos judiciales, Juan Sánchez.
La acusación es por el delito de tortura hacia la periodista y activista Lydia Cacho; según la prensa local, el exgobernador será trasladado en las próximas horas a Cancún, Quintana Roo.
Marín gobernó el central estado de Puebla dentro del otrora hegemónico Partido Revolucionario Institucional (PRI).
La activista fue detenida en diciembre de 2005 por una decena de policías que, sin contar con orden de captura, la trasladaron de Cancún a Puebla en un vehículo propiedad del empresario de la industria textil José
El empresario era uno de los principales señalados en el libro dedicado a la investigación del suceso titulado Los demonios del Edén, en el que la periodista denunció una trama de pornografía y prostitución infantil.
Durante el viaje por carretera de Cancún a Puebla, que duró más de 20 horas, Cacho fue torturada física y psicológicamente, además de sufrir tocamientos e insinuaciones sexuales y ser amenazada de muerte de manera verbal y física.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación concluyó en 2007 que no se violaron “de forma grave” las garantías individuales de Cacho.
En 2018 el Comité de los Derechos Humanos de la ONU aprobó un dictamen que declaró al Estado mexicano responsable de varias violaciones de derechos humanos en contra de Lydia Cacho y otorgaba 180 días para implementar las medidas correspondientes.
A comienzos de 2019, el Gobierno de México, encabezado por el izquierdista Andrés Manuel López Obrador (2018-2024) pidió disculpas a la periodista al reconocer que se violaron sus derechos humanos cuando fue agredida en 2005 tras denunciar una red de pederastas ligada a empresarios y gobernantes.
La ?@FGRMexico? me avisó en cuanto detuvieron al ex gobernador #MarioMarin escondido en Acapulco. Llevo 14 años buscando justicia por haber sido torturada por este cómplice de redes de #PornografíaInfantil Vamos por todos. ???????? pic.twitter.com/LJX0qXZY8v
— Lydia Cacho (@lydiacachosi) February 4, 2021
Mario Marín y Calderón: la perversa alianza contada por Jaime Avilés:
Un empresario libanés, dueño de múltiples talleres de costura en la ciudad de Tehuacán, gracias a los cuales se ostentaba como el Rey de la Mezclilla, el ex niño indigente, ahora poderoso caballero, había mandado a Cancún a un grupo de agentes judiciales para secuestrar a una periodista.
Cuando estalló la mina de Pasta de Conchos, yo estaba en Puebla. Un niño indígena, que dormía en las calles y vendía paraguas, pero había remontado las cumbres de la adversidad para estudiar Derecho, hacerse abogado y militante del PRI, hasta ascender al cargo de gobernador del estado, acababa de ser descubierto como autor de una canallada imperdonable.
Esa periodista era, sigue siendo, una de las mujeres más hermosas de México.
Muy joven, cuando era una de las muchachas más bellas del mundo, sufrió una salvaje agresión sexual que por poco le cuesta la vida. Desde entonces luchaba, y sigue luchando, por defender a las víctimas de los abusos sexuales.
Establecida en Cancún, donde por años mantuvo un centro de ayuda a mujeres golpeadas y violadas, Lydia Cacho Ribeiro documentó los múltiples abusos cometidos por otro magnate libanés, Jean Succar Kuri, en contra de menores de edad, y escribió reportajes y libros para denunciarlo.
Indiferente a las amenazas de muerte, a los atentados que ha sufrido, Lydia Cacho exigió a las autoridades de Quintana Roo que detuvieran y castigaran a Juanito, como llaman en Puebla, en Las Vegas y en Cancún, a Succar Kuri.
Para ayudar a Succar Kuri, Kamel Nacif levantó una denuncia contra Lydia Cacho en Puebla, y llamó por teléfono a su amigo, Mario Marín, a quien de cariño le decía “mi góber precioso”, para rogarle que la policía detuviera a la periodista, la encerrara en una cárcel y la pusiera al alcance de mujeres, también presas, para que la violaran con un palo de escoba. Mario Marín accedió. Lydia Cacho fue secuestrada en Cancún por policías poblanos a finales del 2005.
Aterrorizada, viajó por carretera con los judiciales sin saber qué se proponían hacerle, durante las interminables horas de un trayecto de más de mil 300 kilómetros.
La buena suerte, que nunca se ha separado de ella ni siquiera cuando peor le ha ido, tampoco la abandonó esa vez. En la cárcel, antes de ser atacada por las brujas de la escoba, otras internas la protegieron y la ayudaron a comunicarse con su pareja, un periodista que rápidamente la rescató.
En enero del 2006, alguien depositó en la recepción de La Jornada un paquete de cintas que habían grabado conversaciones telefónicas entre Mario Marín y Kamel Nacif. Y La Jornada, apenas comprobó que eran auténticas, las dio a conocer.
El escándalo estaba en su apogeo cuando llegué a Puebla a escribir un reportaje acerca de Marín, del que nada sabía, salvo que era un pelele de los millonarios, un cobarde y un canalla.
Mis amigos de La Jornada de Oriente me ayudaron a enriquecer su perfil delictivo: además de vil, era nauseabundamente corrupto.
Una noche, cenando en un restaurante poblano con uno de los sabios que más aprecio y más respeto, el antropólogo Julio Glockner, vimos una transmisión de Televisa desde Pasta de Conchos. Decidí viajar inmediatamente a Monclova, la capital de la zona carbonífera de Coahuila, una de las regiones más tristes de México.
Atraído como las moscas por el olor a podrido, Felipe Calderón llegó a Puebla y, ante el palacio de Marín, sacó una tarjeta roja, como de árbitro de futbol, y “expulsó” de la cancha al Góber Precioso: simbólicamente, quiso decir que, en caso de ser favorecido por el voto ciudadano, lo encarcelaría.
Ah, cómo lo aplaudieron los escasos panistas que lo rodeaban. La foto del hombre con la tarjeta roja en alto fue publicada por todos los medios. Luego, Marín lo buscó y le ofreció un trato: el voto de los priístas poblanos a cambio de impunidad.
Calderón aceptó la oferta y Marín cumplió su promesa: el candidato del PRI, Roberto Madrazo, obtuvo en Puebla muchos menos votos que el panista.
Desde diciembre del 2006 y hasta el final de su sexenio, Mario Marín hizo y deshizo a su antojo y, en todas las ocasiones que pudo, salió retratado junto a Felipe en los diarios.
Hoy vive en Florida. Su fortuna personal asciende a 25 mil millones de pesos. Su hijo Mario reside en Austria; su cuenta bancaria contiene más de 15 mil millones de pesos.
Con información de Sin Embargo.