Por @darlingletmegoo
Desde el inicio del sexenio de AMLO, más bien incluso antes del inicio mismo, en el arranque de su campaña presidenciable que lo haría presidente en 2018, cada una de sus palabras, gestos insinuaciones, espacio entre sus declaraciones y un largo etcétera, se han maximizado a niveles no vistos antes dentro de la discusión política mexicana contemporánea.
La pregunta obligada, ¿Por qué? Bueno pues la respuesta se encuentra incrustada en millones de realidades diarias, que se convirtieron en realidades diarias tras el ejercicio de nuestra historia política reciente, o mejor dicho tras el ejercicio de nuestra dinámica política reciente.
¿Por qué repentinamente la discusión de unos cuantos se transformó en la discusión de millones, y se transformó en la toma de posturas políticas muy marcadas entre los ciudadanos mexicanos? Pues porque en el desarrollo y la convergencia del estado que conocimos hasta el 2018, se abrió la brecha para que la ciudadanía en lugar de seguir en la banca decidiera que era momento de poner fin a la imposición política de grupos dominantes de recursos y de organismos.
Así es, la brecha entre el entonces ‘estado’ y la ciudadanía se quebró. Si bien por definición, este último (el estado mexicano) tenía una y mil definiciones, menos la de ‘proveer a la ciudadanía de un aparato de instituciones, políticas públicas de salud, de bienestar y seguridad, aplicable de manera soberana para todos y cada uno de los sectores del pueblo’, siendo esta discrepancia entre definición y realidad actual del estado, la que en gran parte colocó el clavo sobre de la tapa del discurso ampliamente repetido del ‘pues así son las cosas aquí en México’. No, las cosas ya no fueron así.
Ciudadanos con memoria, ciudadanos con voz, conscientes de su presencia, recuperaron la soberanía, mediante un ejercicio de decisión, esta vez, real, y contundente. Y la pregunta del arranque, ¿Por qué miles ahora participan y debaten dentro de la opinión pública de la política mexicana? Sí, esa misma discusión que se acaparó, y se apagó (o al menos se aisló) de las voces y matices del pueblo por tanto tiempo. Simplemente esto pudo manifestarse debido a la existencia de un bloque que representó y dio voz al ciudadano real, al ciudadano de carne y hueso que se mantuvo sobreviviendo mientras la hegemonía de la política de impunidad se congregaba y esparcía, reduciendo al estado a un ente inexistente, un ente simulado en el que el ciudadano de carne y hueso no era considerado ni como pieza protagónica, ni de relevancia, sino como tipo de cambio, como moneda; como mero colateral, con el que se podía crear y alimentar la estructura perpetua del poder político en su peor expresión: como monarca, nunca como servidor, mucho menos como representante. Este fue el bloque que tomó rostro en el llamado ‘Movimiento Regeneración Nacional’ (Morena).
Poco antes del último golpe a la decisión del pueblo manifestada en urnas y robada y sofocada por la política reinante, en el no tan lejano 2012, este movimiento comenzó a plantear las vías para poder ofrecer un ejercicio de política desde el planteamiento del ciudadano real, el ciudadano mexicano. Reuniendo aforo y reuniendo en su plantilla ciudadanos con disposición a abrir la discusión hacia cuestionar y combatir el aparato de política faraónica, abrieron cada vez más la discusión hacia cómo y porqué se hacía política en México.
Los cómos y los por qués son siempre motivos de acción. Los cómos y los por qués exigen siempre una revisión de los trasfondos, y eso fue lo que permitió que el país volteara la mirada al debate político en ciernes en el 2018.
En los ¿cómos? (digamos los que surgieron de primera mano a cuestionar), se abrieron al debate ¿cómo es que México termina siempre ‘representado’ por personajes ajenos y despegados a la población que representan?, ¿cómo es que México no recuerda que se han estado reciclando las estructuras de representación, que sólo pasan de la siguiente persona ‘desconectada’ (pero conectada en tiempo y contactos al régimen con fuerte imposición desde los 80’s) a la siguiente persona ‘desconectada’ que previamente fue ya ‘delegado’, ‘senador’, ‘diputado’, ‘secretario en la anterior administración, etc’ e incluso cónyuge de anteriores representantes... ¿cómo es que se encumbran personajes con pasados turbios, con credenciales obtenidas, de manera cuestionable?.
En la parte primaria de los ¿por qués? Se abrieron a la discusión pública ¿por qué por más que se cuente con millares de recursos naturales, culturales, seguimos contando con más de la mitad de la población total, sumida en la pobreza?, ¿por qué se ceden los lugares de representación nacional a reformas energéticas, privatizaciones?, ¿por qué grandes instituciones que cuentan con gran presencia no pueden paliar actualmente las demandas de eficacia y eficiencia de recursos?, ¿por qué no se conocen ni impulsan las realidades de las clases trabajadoras, sino se exprimen sus fondos de retiro y se lleva hasta la ridiculez la cifra considerada para cubrir el sustento mínimo diario?, ¿por qué el trabajo honesto es difícilmente fuente de desarrollo personal?, ¿por qué la estructura criminal es intocable, por qué no se aplica la ley?. Al menos esas pueden mencionarse.
El foro se abrió, y los representantes de la parte discrepante al modelo político actual de aquellos años (no sin antes ser miles de veces ridiculizados por sus pronunciamientos), fueron colocando vías y pruebas para cuestionar cada vez más de forma pública el pobre ejercicio de política en esos momentos, así como la nula práctica de un estado de derecho. Gracias a esto, en 2018 miles de mexicanos manifestaron su deseo de llevar a cabo el cambio del régimen impuesto y cementado gracias a la perpetua necesidad, creada a base de violencia, imposición y cero alternativas para el desarrollo, el ni personal ni el comunitario.
Hoy, a casi dos años de este acontecimiento, y en medio de una emergencia sanitaria que ha puesto miles de pruebas hacia los que ejercen la política (federal sobre todo), podemos decir que el estado realmente ha podido ir renaciendo, pese a incesantes intentos de sofocar cada esfuerzo, mediante pobres tácticas de manipulación de hechos (fake news sobre todo) así como desesperados (perdón, no existe otro término) intentos por encumbrar figuras que más que hablarle al futuro le hablan al pasado y provocan aún más que su presencia se vaya despintando, perdiéndose en los ecos de sus propias voces repetidas una y otra vez, con la esperanza de que al repetirse éstas se tornen relevantes.
A dos años de este acontecimiento, de por fin abrir el debate, espero que aún se recuerden sus detonadores. Movimiento Regeneración Nacional fue un espacio de luz que permitió conjugar las voces y las ideas de las personas que creían en un ejercicio real de política digno del pueblo de México. Del pueblo real, del pueblo que no divorcia su identidad de la clase trabajadora, de la clase indígena. Que cree en la libre expresión de la sexualidad, de la libre decisión corporal. Que escucha a los jóvenes y los potencia.
A casi dos años espero siga habiendo representantes que saben que en ellos nos vemos muchos, nos reflejamos muchos y nos sentimos representados. No olviden la representación que impulsan, sigan pensando en el ciudadano real, el de carne y hueso, el que hoy tiene una mayor percepción de justicia y bienestar, gracias a que por su congregación como movimiento se han logrado poner sobre la mesa los verdaderos cómos y por qués de la política mexicana, para exponerlos, desmenuzarlos, y pensar en mejorarlos.
La actual política mexicana necesita que este ejercicio se siga dando para poder transitar de un estado de necesidad hacia un estado de protección y de garantía de derechos. Hacia un estado que escucha, conoce y reconoce al ciudadano y al panorama real diario en un país tan basto como el nuestro.