Redacción
La imagen del procurador de
Jalisco, Gerardo Solís al parecer es sinónimo de violencia, pues hasta el momento
cuenta con más de cinco mil denuncias de violaciones a los derechos humanos
ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Jalisco y 31 observaciones de
la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), las cuales fueron
ignoradas.
Semanas después de las
manifestaciones para pedir justicia por el asesinato de Giovanni López a manos
de policías de Ixtlahuacán de los Membrillos, la escasa proporción de denuncias
se debe al temor de muchas de las víctimas, reconoce el titular de la FECC,
Gerardo de la Cruz Tovar.
Recordar que durante las
protestas en el centro de la Perla Tapatía hubo más de un centenar de
detenciones arbitrarias por parte de la
policía ministerial, en especial el viernes 5, sólo se han presentado ante la
Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción (FECC) 14 denuncias contra la
Fiscalía General del Estado (FGE).
Testimonios de personas detenidas
ilegalmente por agentes de la FGE cerca de sus instalaciones. La mayoría
coinciden en que, tras arrestarlos sin motivo, policías vestidos de civil los
llevaron a la dependencia, donde robaron sus pertenencias, los agredieron
físicamente y los sometieron a torturas psicológicas, incluyendo amenazas de
desaparecerlos o matarlos.
A condición de que no se revelen
sus nombres, debido a las amenazas que recibieron, varias personas narraron que
el viernes 5 se dirigían a la manifestación para pedir justicia por el
asesinato de Giovanni López y la liberación de 28 inconformes aprehendidos el
día anterior, pero no alcanzaron a llegar.
Una de las víctimas –a quien
llamaremos Laura– narró que iba con cinco personas, dos de ellas mujeres que
llevaban cartulinas con consignas. A unas cuadras de la sede de la FGE
alrededor de seis policías empujaron violentamente al grupo contra una valla.
Ella preguntó por qué los
detenían y la respuesta fue: “Cierra el hocico o te partimos la madre”. Tras
decirles que se les acusaba de vandalismo y de revoltosos, con golpes y jalones
los subieron a una camioneta roja sin logotipos oficiales. Laura gritó para que
los transeúntes se percataran de la detención arbitraria, pero los policías la
golpearon a ella y a sus compañeros y les advirtieron que debían quedarse
agachados.
Con información de Proceso