Uno de los proyectos más ambiciosos para estudiar la relación entre genética y el nuevo virus lo realiza el jefe del Instituto de Medicina Molecular de la Universidad de Helsinki. El bioestadista Andrea Ganna, ha puesto en marcha la Iniciativa de Genética del Host COVID-19 con más de un centenar de estudios y el acuerdo con biobancos de todo el mundo para compartir los datos de ADN que se han recopilado desde antes de la pandemia para poder identificar las variantes genéticas asociadas al COVID-19.
Los secretos del corazón En el artículo ¿Cómo mata el coronavirus? (Meredith Wadman et al), un artículo recientemente publicado por la revista Science, se rastrea el recorrido del virus al interior del cuerpo humano. La infección comienza cuando una persona infectada expulsa gotas cargadas de virus y otra persona las inhala. El SARS-CoV-2, encuentra una cálida bienvenida en el revestimiento de la nariz. Científicos del Instituto Wellcome Sanger han descubierto que las células en esta parte del cuerpo también son especialmente ricas en el mencionado ACE2. El intruso está dentro y “secuestra” la maquinaria de la célula, haciendo innumerables copias de sí mismo e invadiendo nuevas células. Si el sistema inmunitario no contrarresta el SARS-CoV-2 durante esta fase inicial, el virus baja por la tráquea para atacar los pulmones, donde, como ya se explicó, puede volverse mortal, pero allí no acaba la historia. Se piensa que una fracción del virus ejerce un ataque directo a otros órganos, como los riñones.
Los especialistas también han descubierto que en su recorrido por el cuerpo humano, el coronavirus es capaz de dañar a los vasos sanguíneos y el corazón, que probablemente tengan mucho más participación en el fatídico final de la enfermedad. En varias investigaciones en Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) en todo el mundo han notado que alrededor del 30% tienen una coagulación anormal, lo que podría acelerar la mortalidad por la enfermedad.
Los científicos están luchando por comprender exactamente qué causa el daño cardiovascular. Una hipótesis es que el virus ataca directamente el revestimiento del corazón y los vasos sanguíneos, que, como la nariz y los alvéolos pulmonares, son ricos en receptores ACE2. Otra teoría es que tal vez la falta de oxígeno, debido a la guerra realizada en los pulmones, es lo que daña los vasos sanguíneos; pero también la tormenta de citocinas podría devastar el corazón como lo hace con otros órganos como riñones, intestino y cerebro.
La batalla dentro y fuera del organismo aún es larga para saber exactamente cuáles son las piezas del rompecabezas que darán tregua a la pandemia, pero cada día hay nuevas pistas que no pueden ser discriminadas.