
Redacción
Por poco y no la libran, pero
su entrenamiento y estrategia hicieron que evadieran una emboscada las Fuerzas
Especiales de la Marina ante un grupo de sicarios que los superaba en número y
potencia de tiro.
Se trata del 7° Batallón de
Fuerzas Especiales que sobrevivieron al enfrentamiento de aquel día cerca de
San Fernando, cuando, ya sin parque y rodeados por tiradores que los superaban
ampliamente en número y recursos, esperaban un milagro o una muerte trágica
cumpliendo la misión, en lo que parecía una jornada de rutina.
Estado mayor comparte dicho
testimonio por el interés periodístico intrínseco y por ende no supone, ni
pretende levantar una denuncia y/o queja, las cuales pueden ser enviadas por
los canales correspondientes.
Fue el 17 agosto de 2012 y la
misión era relativamente sencilla; elementos del 7° Batallón de Fuerzas
Especiales debían trasladarse a Reynosa, Tamaulipas, acompañando a un grupo de
Infantería de Marina que también iba al mismo sitio. Luego, por órdenes de su
comandante, deberían escoltar a una pipa de gasolina que acababa de ser
decomisada a la delincuencia organizada, pasar la noche y regresar al cuartel
para salir francos y ver a sus familias.
La orden era hacer el traslado
desde Monterrey, Nuevo León, hacia Reynosa, Tamaulipas, acompañados por
personal de la Marina que también iba al mismo lugar. Además, darían apoyo a
compañeros del 106 Batallón de Infantería que estaban acantonados en San
Fernando, en espera de refuerzos.
En el grupo de militares de
Fuerzas Especiales iba el cabo de sanidad José Ángel Rosas. En todos los
traslados que el batallón había apoyado, el cabo estaba con ellos, en las
mismas unidades, pero ese día prefirió meterse al Sandcat y sentarse junto al
conductor de ida y vuelta.
Video 1 de 4 partes: Soldado contó cómo él y un grupo de Fuerzas Especiales de la Marina libraron la muerte tras enfrentarse a Sicarios que los superaban en número y armamento, nosotros convertimos el relato en vídeo, Honor a quien Honor Merece! https://t.co/OBPAUcyAzy pic.twitter.com/wnmAFnSbgh
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El convoy cumplió la misión
como se había planeado. Salieron todos hacia San Fernando -soldados y marinos-.
La columna estaba integrada por dos camionetas de la Marina, una Cheyenne de
las Fuerzas Especiales, la pipa de gasolina (de doble remolque), otras dos
Cheyennes y el Sandcat asignado del 7° Batallón que operaba en Monterrey.
Cerca de la una de la tarde
los marinos que iban en la vanguardia vieron una columna de veinte camionetas
de sicarios sobre la misma carretera. Por las frecuencias de radio que tenían
intervenidas confirmaron que venían a toparlos.
Los marinos avisaron a la
retaguardia y la columna, disminuida en efectivos y con menos abastecimiento,
se preparó para lo peor. Y lo peor, ocurrió.
“Era el 17 de agosto del 2012,
en el 7/o. Batallón de Fuerzas Especiales era un día como cualquier otro, día
de trabajo y adiestramiento, estaba en la fuerza de reacción…salimos a las
12:30 aproximadamente de Reynosa, los mismos elementos que llegamos de
Monterrey dos camionetas de la Marina y una de Fuerzas Especiales, llegamos a
san Fernando sin ningún acontecimiento interesante, cuando arribamos al 106 Batallón
de Infantería, nos reunió el Coronel Comandante del Batallón, para comunicarnos
que escoltaríamos a personal de su unidad a Reynosa a dejar una pipa de doble
remolque cargada de gasolina, que se le había decomisado dos días antes, a
miembros del Cartel Del Golfo, era una misión que se veía muy fácil, antes de
salir le escribí a mi novia, diciendo que ya me iba a ocupar que mañana que
desmontara la veía”.
EL ENFRENTAMIENTO.
“En determinado momento, el
tirador de la primera camioneta de los marinos, vio un convoy de
aproximadamente 20 camionetas, con personal armado que se aproximaba en sentido
contrario a escasos 200 metros. Los marinos comenzaron a hacernos señas y
pudimos ver como ellos cargaban sus armas cortando cartucho y preparándose para
un combate frontal, todo en fracción de segundos se volvió un caos. El de
transmisiones que iba con nosotros daba parte a Reynosa del problema y así
mismo le informaba a las camionetas de atrás. El convoy se detuvo, los sicarios
se agruparon al frente y se abrieron posicionando sus vehículos en media luna
rodeándonos, y comenzaron a disparar sus armas en ráfagas.
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Salté abajo de la camioneta en
que iba y corrí a ponerme a cubierta atrás de las camionetas de los marinos que
estaban justo enfrente de la nuestra, tratando de estar más cerca para poder
repeler más efectivamente la agresión. Todos nos desplegamos en la carretera y
en el monte. Sólo veíamos y sentíamos como se movían las camionetas con los
impactos que recibían. Para esto, el chofer del Sandcat que iba hasta atrás
salió del convoy al momento que comenzó la acción y a toda velocidad fue a
ponerse como escudo al frente de las camionetas de la Marina, quedando
atravesado entre las camionetas y el convoy, protegiendo a los marinos para que
pudieran reaccionar, siendo el vehículo que recibió la mayoría de los impactos.
Sólo nos quedaba esperar esa fracción de segundos en la que los delincuentes
recargaban sus armas, nosotros les tirábamos con todo, la Browning cal. 50 y
con la MK-19, les tirábamos y pudimos ver caer a varios, pero los demás los
subían a sus camionetas, podíamos sentir la adrenalina al máximo, olíamos la
pólvora quemada en el aire y ese inconfundible olor de la sangre, podíamos
sentir la muerte caminando entre nosotros.
Revisando mis municiones, me
di cuenta de que me quedaban 3 cargadores, y nadie sabía cuánto iba a durar
esto, por mi mente pasaba el pensamiento si sobreviviría un día más, hubo
momentos que sentí que no me libraría de esta, la vida se nos pasaba entre los
ojos recordando a nuestras familias y al mismo tiempo luchando de una forma
salvaje y feroz con ese instinto de conservación humano y pidiendo a Dios la
oportunidad de volver a ver a nuestras familias.
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Por el radio de Transmisiones,
se podía oír la frecuencia de los sicarios, que pedían apoyo, también clara y
concisa se escuchó la negación del apoyo diciéndoles “les dije que no se
metieran con ellos ahora se chingan y arréglenselas como puedan, a ver si es
que la libran.
Los que iban en el Sandcat
salieron del vehículo al lado donde estábamos nosotros dejando el vehículo con
las puertas abiertas, pude distinguir un cuerpo al lado del copiloto postrado
sobre su frente pero no podíamos acercarnos a sacarlo por lo fuerte de las
ráfagas, veía a mis compañeros, al rededor tratando de mantenerse con vida y
repeliendo el ataque, algunos heridos, de pronto alguien grito ¡sanidad! fue
cuando recordé que el que estaba dentro del vehículo desangrándose era uno de mis
antigüedades, de ya hacia algunos años él fue mi sombra cuando cause alta en el
Ejército pero tomamos caminos diferentes, ese día se había subido al lado del
copiloto en el Sandcat.
El vehículo SANDCAT blindado,
resistió como fiero gigante absorbiendo los impactos en el blindaje, sirviendo
de escudo de metal a los que nos protegíamos atrás de él, pero en el talón de
Aquiles el cual no puedo mencionar por seguridad, una bala se introdujo en un
giro abrupto del destino rebotando e hiriendo de muerte a aquel hombre que se
dedicaba a cuidar la salud de los militares y sus familias.
Unos quince minutos
transcurrieron que fueron una eternidad, cuando el apoyo de nosotros llegó, era
personal del 106 Batallón de Infantería que tenían un puesto de Control llamado
la “coma”, los sicarios al ver que había llegado el apoyo se dispersaron en los
vehículos útiles, yo me subí a una de las camionetas de la Marina y comenzamos
la persecución, éramos más o menos diez camionetas Cheyenne y tres Sandcat de
los que habían llegado de apoyo, en el área de impacto se quedaron más o menos
cincuenta elementos custodiando la pipa, los restos de vehículos y el Sandcat
que albergaba el cuerpo de mi antigüedad que no podía ser removido hasta que
llegaran los peritos.
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A su paso los maleantes iban
dejando camiones atravesados en llamas, algunos se metían a las brechas en el
camino y otros se metieron a un poblado próximo y nosotros también nos
dividimos, unos siguieron a aquellos y otros seguimos a los demás, de vez en
vez nos disparaban pero nosotros no podíamos repeler porque había civiles, aun
así los seguimos cazando hasta que en determinado momento nos topamos de
frente, era una camioneta y dos carros, les hicimos disparos y ellos bajaron y
tiraron sus armas, ahí terminó una de esas acciones de lucha armada contra el
narcotráfico y crimen organizado. Más tarde llegó personal de 8/o R.C.M. a
reforzar el área, nosotros ya no llegamos a la zona de impacto, después del
enfrentamiento llegó el comandante de la zona y nos ordenó concentrarnos al
Campo Militar, al día siguiente en el parte de novedades habían una baja y tres
heridos, los heridos un elemento de fuerzas especiales y dos marinos, la baja
el cabo de sanidad del 106 de Infantería, fueron más de 25 sicarios abatidos en
la carretera y otros más en otros enfrentamientos en ese mismo día durante la
persecución.
Antigüedad, donde quiera que
estés aún te recordamos, fuiste un gran amigo y buen padre de tus hijos; te
recordamos con respeto José Ángel Rosas cabo de sanidad.
Esto se lo regalo a los que
puedan leerlo, para que se den cuenta que hay cosas que no ven que pasan en la
vida de los Militares y que se quedan en nuestros recuerdos guardados
haciéndose viejos juntos con nuestros uniformes y nuestras botas, para los que
sólo se dedican a criticar a los Militares sin ver que nosotros somos humanos
que tenemos sentimientos y que dejamos lágrimas y sangre en el camino que
recorremos tratando de servir a nuestro pueblo, somos héroes anónimos porque no
hay quien quiera contar o creer nuestra historia mejor nos la callamos y sin
pedir nada a cambio, el salario no vale la vida y todos lo sabemos, aun así
daríamos nuestra vida por defender la tuya, sabiendo que de ti solo esperamos
críticas e insultos”.