Redacción
Todos están hablando del discurso
pronunciado por el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en Washington
frente a Trump y tras la entrada en vigor del Tratado Comercial entre ambas
naciones y Canadá (T-MEC).
Por lo anterior, les compartimos
el texto íntegro del discurso por AMLO en la Casa Blanca frente a Donald Trump:
“Amigas y amigos,
Celebro este encuentro con usted,
presidente Donald Trump. Mi visita obedece, en buena medida, a la importancia
que tiene, sobre todo, en estos tiempos de crisis económica mundial, la entrada
en vigor del Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá.
El haber conseguido este acuerdo
representa un gran logro en beneficio de las tres naciones y de nuestros
pueblos.
Como es sabido, América del Norte
es de las regiones económicas más importantes del planeta. No obstante, nuestra
región es inexplicablemente deficitaria en términos comerciales; exportamos al
resto del mundo tres mil 579 billones de dólares, pero importamos cuatro mil
190 billones de dólares; es decir, mantenemos un déficit de 611 mil millones de
dólares, lo cual se traduce en fuga de divisas, menores oportunidades para las
empresas y pérdida de fuentes de empleos.
El nuevo Tratado busca,
precisamente, revertir este desequilibrio mediante una mayor integración de
nuestras economías y mejoras en el funcionamiento de las cadenas productivas
para recuperar la presencia económica que ha perdido América del Norte en las
últimas cinco décadas. Baste señalar que, en 1970, la región representó el 40.4
por ciento del producto mundial y que, ahora, esta participación en la economía
global ha bajado a 27.8 por ciento.
Por ello, el Tratado es una gran
opción para producir, crear empleos y fomentar el comercio sin necesidad de ir
tan lejos de nuestros hogares, ciudades, estados y naciones. En otras palabras,
los volúmenes de importaciones que realizan nuestros países del resto del
mundo, pueden producirse en América del Norte, con menores costos de
transporte, con proveedores confiables para las empresas y con la utilización
de fuerza de trabajo de la región.
Desde luego, no se trata de cerrarnos
al mundo, sino de aprovechar todas las ventajas que nos brinda la vecindad, así
como la aplicación de una buena política de cooperación para el desarrollo.
Este Tratado permite atraer
inversiones de otros lugares del hemisferio a nuestros países, siempre y cuando
se cumpla con los principios de producir mercancías de elevado contenido
regional y de procurar condiciones salariales y laborales justas para los
trabajadores del país exportador o importador de bienes de consumo.
Es importante también señalar
que, en este acuerdo, los tres países aportamos capacidad productiva, mercados,
tecnología, experiencia, mano de obra calificada y terminamos
complementándonos. Por ejemplo, México tiene algo sumamente valioso para hacer
efectiva y potenciar la integración económica y comercial de la región; me
refiero a su joven, creativa y responsable fuerza laboral. No olvidemos que la
participación de los trabajadores en los procesos productivos es igual de
importante que el papel de las empresas. De poco serviría tener capital y
tecnología, si no se cuenta con buenos obreros que se destaquen por su
imaginación, su talento y su mística de trabajo.
Además, con acuerdos como este y
con respeto a nuestras soberanías, en vez de distanciarnos estamos optando por
marchar juntos hacia el porvenir. Es privilegiar el entendimiento, lo que nos
une, y hacer a un lado las diferencias o resolverlas con diálogo y respeto
mutuo.
Ciertamente, en la historia de
nuestras relaciones, hemos tenido desencuentros y hay agravios que todavía no
se olvidan, pero también hemos podido establecer acuerdos tácitos o explícitos
de cooperación y de convivencia; por ejemplo, en los años cuarenta del siglo
pasado, durante la Segunda Guerra Mundial, México ayudó a satisfacer la
necesidad de Estados Unidos de materias primas y lo respaldó con mano de obra
de los trabajadores migrantes, que fueron conocidos como “braceros”.
Desde entonces y hasta la fecha,
hemos venido consolidando nuestras relaciones económicas y comerciales, así
como nuestra peculiar convivencia, a veces de vecinos distantes y otras de
amigos entrañables.
También, como es sabido, la
historia, la geopolítica, la vecindad y las circunstancias económicas de ambas
naciones han impulsado de manera natural un proceso de migración de mexicanas y
mexicanos hacia Estados Unidos y se ha conformado, aquí, una comunidad de cerca
de 38 millones de personas, incluyendo a los hijos de padres mexicanos. Se
trata de una comunidad de gente buena y trabajadora que vino a ganarse la vida
de manera honrada y que mucho ha aportado al desarrollo de esta gran nación.
Asimismo, en México, más que en ningún otro país del mundo, viven y forman
parte de nuestra sociedad un millón y medio de estadounidenses. De modo que estamos
unidos, más que por la proximidad geográfica, por diversos vínculos económicos,
comerciales, sociales, culturales y de amistad.
Presidente Trump:
Como en los mejores tiempos de
nuestras relaciones políticas, durante mi mandato como presidente de México, en
vez de agravios hacia mi persona y, lo que estimo más importante, hacia mi
país, hemos recibido de usted, comprensión y respeto.
Algunos pensaban que nuestras
diferencias ideológicas habrían de llevarnos de manera inevitable al
enfrentamiento. Afortunadamente, ese mal augurio no se cumplió y considero que
hacia el futuro no habrá motivo ni necesidad de romper nuestras buenas
relaciones políticas ni la amistad entre nuestros gobiernos.
El mejor presidente que ha tenido
México, Benito Juárez García, pudo, como usted lo mencionó, entenderse con el
gran presidente republicano Abraham Lincoln. Recordemos que este gran líder
histórico estadounidense, el impulsor de la abolición de la esclavitud, nunca
reconoció al emperador Maximiliano, impuesto en México con la intervención del
poderoso ejército francés. No es casual que Juárez haya lamentado el asesinato
de Lincoln, diciendo: “He sentido profundamente esta desgracia porque Lincoln,
que con tanta constancia y decisión trabajaba por la completa libertad de sus
semejantes, era digno de mejor suerte...”.
Lo mismo sucedió con la
espléndida relación que mantuvieron, a pesar de las circunstancias difíciles,
el presidente demócrata Franklin Delano Roosevelt y nuestro presidente
patriota, el general Lázaro Cárdenas del Río.
En los días posteriores a la
expropiación petrolera, en una carta, el general Cárdenas reconoció el buen
entendimiento bilateral de la siguiente manera:
Mi gobierno considera que la
actitud asumida por los Estados Unidos de Norteamérica, en el caso de la
expropiación de las compañías petroleras, viene a afirmar una vez más, la
soberanía de los pueblos de este continente, que con tanto empeño ha venido sosteniendo
el estadista del país más poderoso de América, el excelentísimo señor
presidente Roosevelt.
De modo que, guardadas todas las
proporciones y en circunstancias sin duda distintas, la historia nos enseña que
es posible entendernos sin prepotencias o extremismos.
Ahora que decidí venir a este
encuentro con usted, presidente Trump, en mi país se desató un buen debate
sobre la conveniencia de este viaje. Yo decidí venir porque, como ya lo
expresé, es muy importante la puesta en marcha del Tratado, pero también quise
estar aquí para agradecerle al pueblo de Estados Unidos, a su gobierno y a
usted, presidente Trump, por ser cada vez más respetuosos con nuestros paisanos
mexicanos.
A usted, presidente Trump, le
agradezco su comprensión y la ayuda que nos ha brindado en asuntos de comercio,
petróleo, así como su apoyo personal para la adquisición de equipos médicos que
necesitábamos con urgencia para tratar a nuestros enfermos del COVID-19.
Pero lo que más aprecio, es que
usted nunca ha buscado imponernos nada que viole o vulnere nuestra soberanía.
En vez de la Doctrina Monroe, usted ha seguido, en nuestro caso, el sabio
consejo del ilustre y prudente George Washington, quien advertía que “las
naciones no deben aprovecharse del infortunio de otros pueblos”. Usted no ha
pretendido tratarnos como colonia, sino que, por el contrario, ha honrado
nuestra condición de nación independiente.
Por eso estoy aquí, para expresar
al pueblo de Estados Unidos que su presidente se ha comportado hacia nosotros
con gentileza y respeto. Nos ha tratado como lo que somos: un país y un pueblo
digno, libre, democrático y soberano”.
¡Que viva la amistad de nuestras
dos naciones!
¡Que viva Estados Unidos de
América!
¡Que viva Canadá!
¡Que viva nuestra América!
¡Viva México!
¡Viva México!
¡Viva México!