Puede que el titular os suene, y es que la noticia es de 2013. Ocurrió en Río Negro, una ciudad de Brasil. Una mujer, ante la negativa de su marido de firmar los papeles del divorcio, decidió matarle. Para ello escogió como arma el veneno y como señuelo algo que no podía fallar...su vagina.

La mujer impregnó su cavidad vaginal de un potente tóxico y le pidió a su marido un cunnilingus. Sin embargo, una vez en el lecho (o doquiera que estuviesen), el hombre detectó un fuerte y extraño olor que emanaba de la entrepierna de la mujer. Extrañado, la avisó pero ella insistía. Sin embargo el marido dejó claro que no pensaba usar su lengua para dar placer a un órgano sexual que oliese de semejante forma y su esposa le confesó entonces que se encontraba bastante mal.

Fueron al hospital, donde le hicieron unas pruebas. Inmediatamente se llevaron al marido también, para hacerle un lavado de estómago, aunque no encontraron rastros perceptibles de veneno que pudiera haber ingerido. El hombre, confuso, no entendía nada pero los médicos se lo explicaron a ambos. Eso sí, por separado, claro. La mujer no vio otra solución que confesar y los sanitarios llamaron a las autoridades.

El caso fue muy comentado ya que, aparte de lo obvio, llamó mucho la atención que la mujer escogiera precisamente su vagina para colocar el veneno, ya que las cavidades uterinas, como el recto, tienen mayor capacidad de absorción que la lengua. Varios expertos hablaron en su momento y declararon que, en caso de que la dosis hubiera sido mortal, lo más probable es que la única en morir hubiera sido ella.

Ahora, casi 3 años después, se ha celebrado el juicio y la mujer ha sido condenada por intento de asesinato. Su confesión y el hecho de que lleva todos estos años colaborando con la justicia han ayudado a rebajar su pena. Con lo que ya ha cumplido, saldrá de la cárcel en apenas unos meses. El ahora ex-marido prefirió permanecer en el anonimato.