FASCISMO MADE IN USA
El fascismo es una ideología y una forma de gobierno. Fue durante el periodo de entre guerras, en el siglo XX, cuando el fascismo floreció en Europa de tal forma que alimentó la peor confrontación bélica que ha padecido la humanidad hasta el momento. El nazismo en Alemania y el fascismo propiamente italiano fueron sólo dos de las múltiples modalidades del fascismo que han surgido a lo largo de los años en el panorama de la vida política universal.
El gobierno de los nazis encabezado por Hitler y el de los fascistas liderado por Mussolini son ejemplos paradigmáticos de lo que constituye un régimen fascista, pero no son los únicos. Entre los gobiernos inspirados en tal ideología existen diferencias importantes, aunque a todos ellos les subyace ciertos rasgos comunes.
Los regímenes inspirados en la ideología fascista suelen ser marcadamente autoritarios (en su versión más acabada son totalitarios), desdeñan y en la misma medida atacan a la democracia liberal, abrazan formas extremas de nacionalismo, tienden a reprimir a los movimientos y partidos de oposición, se alimentan de las frustraciones propias de las clases medias y en algunas de sus versiones rechazan los movimientos obreros (sobre todo aquellos alineados con la izquierda).
Los gobiernos fascistas alimentan el culto personal al líder o gobernante, se alimentan del racismo o de otro tipo de odios a minorías (religiosas, étnicas o sexuales), son proclives al uso intensivo de la propaganda (medias verdades, noticias falsas y demás) para justificar sus acciones, se inclinan por la autarquía o el aislacionismo económico, aunque tienden a hacer alianzas con los dueños del capital. Es decir, están muy lejos de la utopía socialista y muy próximos a las corrientes de la extrema derecha. Son proclives a utilizar la fuerza y la violencia para mantener el poder y desdeñan prácticamente todas las manifestaciones de la inteligencia y el conocimiento que no estén alineadas con sus valores.
El contexto y las condiciones específicas en las que surgen los regímenes fascistas les otorgan sus señas específicas de identidad. No todas son iguales. De la misma manera, su existencia no está exenta de contradicciones. Por ejemplo, durante varias décadas las dictaduras de corte fascista que gobernaron en muchos de países de Latinoamérica fueron impulsadas por los Estados Unidos (presuntos defensores de la democracia liberal en el mundo).
De cara a los acontecimientos que se han suscitado con la llegada de Trump al gobierno del país más poderoso de la tierra (tanto en su primer periodo como en el actual, con apenas cuatro meses de ejercicio), no parece descabellado preguntarse si el fascismo amenaza con apoderarse definitivamente de los Estados Unidos. Sin exagerar, muchos de los rasgos que la ciencia política identifica al hablar del fascismo operan bajo la lógica del Trumpismo.
Las otrora sólidas instituciones políticas estadounidenses tiemblan ante las arremetidas de un gobierno no sólo errático y caprichosos sino también cínico y alejado de los históricos valores de la presunta democracia liberal. Todo ello por no hablar del fracaso que el proteccionismo del actual gobierno pretende imponer con su política arancelaria. Y si bien en este momento son los “países débiles” los que se ven mayormente amenazados (tal y como le sucedió a Polonia o a Austria con Hitler), lo cierto es que el riesgo es que las tendencias autoritarias del Trumpismo terminen por devorar a sus propios conciudadanos.
El más reciente embate contra la ciudad de Los Ángeles y su población latina parece ser la manifestación de una política fascista interna que busca poner en su mira no sólo a los migrantes latinos o asiáticos, sino a todo aquel estadounidense que con no comulgue con el Trumpismo. El amago de encarcelar al gobernador de California Gavin Newson por defender los derechos de su entidad, es una muestra de ello.
Por eso, no está demás preguntarse si la sociedad estadounidense, diversa, plural y proactiva, será capaz de sacudirse a un gobierno que amenaza la libertad de propios y de ajenos. Ya se verá.