¿Por qué arrasaron Sheinbaum y Morena?

OPINIÓN

¿Por qué arrasaron Sheinbaum y Morena?

¿Por qué arrasaron Sheinbaum y Morena? ZMG /Martes, 4 de junio del 2024




Juan Luis H. González Silva

Se llegó el 2 de junio y Morena y Claudia Sheinbaum pusieron una paliza histórica, en muchos sentidos. El número de votos que logró la ex jefa de gobierno de la Ciudad de México superó en 3 millones a los alcanzados por López Obrador en 2018. Las estimaciones de las encuestadoras serias –el dueño de Massive Caller ya se disculpó públicamente– se quedaron cortas por casi diez puntos. Sheinbaum ganó la presidencia con el 60% de los votos válidos. Más de millón y medio de esos sufragios se los aportó Jalisco.

Pero, ¿por qué arrasó Morena y su candidata en todas las entidades del país, excepto en Aguascalientes? He aquí algunas hipótesis.

En primer lugar -y creo que una de las más importantes– es que Andrés Manuel López Obrador sí estuvo presente en la boleta, tal como muchos lo previmos. La elección del pasado domingo fue, en buena medida, un referéndum a su gestión como presidente que, dicho sea de paso, tiene una aprobación de entre el 55 y el 60% a nivel nacional, cifra que coincide con el número de votos que sacó su candidata. Pero hay aquí un elemento extra. El pasado también estuvo en la boleta electoral.

La destreza y eficacia de la campaña de Sheinbaum y Morena –alentada por el presidente desde sus conferencias mañaneras– logró colocar a Xóchitl Gálvez y a la oposición completa en un pasado “que las y los mexicanos ya no queremos que vuelva”.  

La habilidad del mandatario, la bajísima rentabilidad y atractivo electoral de Xóchitl y el rechazo a los partidos que la postulaban (PRI, PAN y PRD) –el más grande a nivel nacional– fueron los ingredientes para que se formara este enorme tornado que arrasó con la alianza opositora y con el sistema de partidos que nació en la transición democrática.  Después del domingo nuestro país es otro.

La segunda hipótesis corre más en el terreno de lo práctico que de lo simbólico. Es real. La gente de los deciles más bajos de la población, es decir, cerca del 40%, tiene más dinero en el bolsillo gracias a dos iniciativas del actual gobierno federal: aumento al salario y programas sociales.

El PRI y el PAN, en su afán por llevar una buena relación y mejor complicidad con los sectores empresariales y patronales, contuvieron durante más de 40 años un aumento real al salario mínimo. El argumento de los gobiernos neoliberales, que sí existieron, más allá de la retórica de AMLO, es que un incremento a la percepción de los más pobres iba a tener efectos inflacionarios en todo el sistema; sin embargo, López Obrador ha aumentado el sueldo base de las y los trabajadores de 88 a 249 pesos diarios, sin los terribles efectos inflacionarios que se auguraban en la época del PRIAN. Sin duda, 2 mil, 4 mil o 6 mil pesos le cambian la vida a una familia y los alienta a seguir lidiando con su realidad.

La tercer hipótesis tiene que ver con la relación emocional que los votantes de AMLO han desarrollado con él y con su gobierno durante este sexenio, un fuerte vínculo que la alianza opositora no tuvo ni tendrá con su electorado. Se trata de algo sencillo y potente a la vez: buena parte de la población del país se siente –por primera vez– tomada en cuenta por el gobierno federal. 

Existe un empoderamiento de las y los ciudadanos que durante muchos años esperaban ser vistos y hoy, el presidente no sólo los voltea a ver sino que también les ha hecho llegar recursos de forma directa, les ha aumentado el salario de manera sustancial y los tiene presentes todo el tiempo en su discurso. Aunque, ojo, la clase media y media alta también votaron mayoritariamente por Morena, segmentos que también ven con buenos ojos la continuidad de las políticas centrales de la 4T.

Por último: después de repasar las tres hipótesis arriba citadas, me parece inverosímil escuchar y leer a algunos analistas que insisten en el argumento de la elección de Estado como parte de su catálogo de explicaciones del resultado de la elección presidencial.

Me es muy difícil creer que el domingo pasado el 60% de los ciudadanos que conformamos el padrón electoral hayamos salido a votar por Morena de forma obligada e inducida por dependencias de gobierno, universidades, empresas, sindicatos, centrales obreras y medios de comunicación. Creer en la teoría de la elección de Estado implica un desprecio total por la inteligencia y dignidad de las y los electores de México. En su salud lo hallarán.