El robot InSight ya está en Marte. A las 20.47, tal como estaba previsto, la sonda InSight comenzó su trepidante y peligroso descenso al planeta rojo. Siete minutos después, a las 20.54, la NASA confirmaba que su sonda había aterrizado, o mejor dicho, amartizado. "¡Ha sido muy intenso!", exclamó Jim Bridenstine, director de la NASA, desde el Jet Propulsion Laboratory (JPL) de la NASA en Pasadena (California). En su centro de control, eje de operaciones de la misión, reinó el silencio durante los "siete minutos de terror", como denomina la NASA a la crítica fase de entrada en la atmósfera, descenso y amartizaje de sus robots marcianos.
"Te siento, Marte. Y pronto conoceré tu corazón. Tras aterrizar bien, estoy aquí. Estoy en casa", decía el perfil oficial enTwitter de la sonda InSight, que desde que fue lanzado el pasado 5 de mayo, ha ido retransmitiendo los hitos de su viaje por el Sistema Solar.
Los aplausos y los gritos de los técnicos de la NASA se repitieron cuando instantes después de tocar tierra, se recibió la primera foto de Insight desde Marte que confirmaba su buen estado.
Sus aliados para sobrevivir a esos “siete minutos de terror", durante los cuales la sonda redujo su velocidad de 20.000 kilómetros por hora a dos metros por segundo, fueron su escudo térmico -que protege al robot de los más de 1.000 grados centígrados que soportará al entrar en la atmósfera marciana-, un paracaídas supersónico y un sistema de retrocohetes que le permiten posarse sobre la superficie suavemente.
El lugar elegido para el aterrizaje es un páramo llamado Elysium Planitia, "una llanura gigantesca en la que prácticamente no haya nada", señala Jorge García Pla, investigador del Centro de Astrobiología (CAB/CSIC-INTA).
"El objetivo principal de la misión es estudiar el interior del planeta porque todos los datos que tenemos son indirectos, tomados mediante observaciones desde la Tierra y con los orbitadores de Marte. Será la primera vez que se tomen datos in situ. Va a ser como tomar el pulso al planeta o hacerle un chequeo desde la superficie", explica García Pla. Según recuerda, en los años 70 la NASA intentó estudiar la actividad tectónica de Marte con las sondas Viking, pero su sensibilidad era muy baja.
"Realmente desconocemos cuál es la composición, la estructura y el tamaño tanto del núcleo como del manto y de la corteza de Marte", señala García Pla, que considera que los datos que recabe la sonda serán muy valiosos para estudiar cómo y por qué Mercurio, Venus, la Tierra y Marte han evolucionado de forma distinta. "Entendiendo mejor otros planetas comprenderemos mejor el nuestro y es la primera vez que se estudia el interior de un cuerpo extraterrestre que no sea la Tierra", señala.
InSight debería haber despegado en 2016 pero un fallo técnico obligó a posponer la misión dos años, hasta que la distancia entre Marte y la Tierra fuera la más adecuada para acortar el viaje. Ese retraso puso en entredicho la misión e incrementó su coste hasta los 800 millones de dólares (el presupuesto inicial era de 650 millones). Por otra parte, los instrumentos suministrados por los socios de la NASA, entre los que figuran España, Francia y Alemania, suponen otros 180 millones de dólares.
En concreto, España aporta la estación meteorológica TWINS, desarrollada y operada por el Centro de Astrobiología, al igual que la que lleva el vehículo robótico Curiosity, que explora Marte desde 2012.. Según señala García Pla, el instrumento español tiene básicamente tres objetivos. "Vamos a hacer ciencia atmosférica porque queremos conocer mejor la atmósfera de Marte y es fundamental tener una red de estaciones meteorológicas. Habrá una colaboración entre TWINS y REMS, la estación meteorológica del rover Curiosity. Por otro lado, la estación dará información a la NASA sobre la velocidad y la dirección de los vientos para que pueda desplegar los instrumentos principales en el momento más favorable", explica. El tercer objetivo, "y quizás más importante, es descartar falsos positivos de martemotos".
Esta es la primera imagen: