Nadia Nerea tenía una enfermedad considerada rara, pero no había riesgo para su vida. Sus padres, Fernando Blanco Botana y Margarita Garau Ramis, usaron la dolencia de la niña como engaño para captar dinero en concepto de donaciones.
Las autoridades le impusieron al padre, que ya está encarcelado, una pena de cinco años de prisión y una multa de 3.000 euros; a la madre, actualmente en libertad, se la condena a tres años y seis meses de cárcel y una multa de 2.400 euros. El tribunal considera acreditado que ambos se enriquecieron en 402.232,65 euros.
El tribunal condena al matrimonio a hacer frente a una indemnización a los perjudicados como responsables civiles. La justicia, de entrada, les tiene confiscados unos 320.000 euros. Además, deberán pagar las costas del proceso judicial, incluidas las de la acusación particular. Las defensas han anunciado que recurrirán.
Entre 2010 y 2016, los progenitores desplegaron una campaña de recaudación para su hija, enferma de tricotiodistrofia, una enfermedad genética rara que no tiene cura y con síntomas muy variados.
El padre, acompañado de su hija que en 2016 tenía 11 años, recorrió los medios españoles pidiendo ayuda para evitar la muerte de la niña con un tratamiento muy costoso en Estados Unidos.
A finales de 2016, dos medios descubrieron que el tratamiento, el hospital y el doctor estadounidense que iba a tratarla no existían y la niña no estaba en peligro de muerte.
El padre fue detenido tras saltarse un control policial en dirección a Francia con dinero en efectivo, un arma de fuego y relojes y artilugios electrónicos de gama alta.
Según los investigadores, de los 422 mil euros recaudados por su fundación entre 2014 y 2016, solo 20 mil habían sido destinados a la niña. El resto se dedicó a alquilar viviendas, locales, comprar vehículos o relojes o pagar hoteles.
El caso provocó un gran escándalo y también puso en tela de juicio a los muchos medios que difundieron la heroica pero inverosímil historia del padre, que incluso aseguró haber visitado a un genetista escondido en una cueva en Afganistán.
Con información de AFP.