También en eso siguió los pasos de Felipe Calderón. Los presidentes del empleo han usado recursos públicos para presumir “la creación” de empleos, por lo cual deben pagar los contribuyentes y dejan una carga a la siguiente administración.
A la nómina de la burocracia se han sumado unos 800 mil nuevos funcionarios, lo cual representa el 49% de los empleos generados por la Administración central, que el INEGI estima en un millón 600 mil y que incluyen órganos autónomos.
Y esto es por que durante los últimos ocho años cerca de 2 mil burócratas por mes se han sumado a la nómina del Gobierno federal. Solo ese año, 17 secretarías del Gobierno federal tienen 777 mil 595 plazas, casi 200 mil más que las registradas en 2010, según una revisión a los presupuestos federales.
Por ejemplo, la Secretaría de Salud pasó de 23 mil 896 plazas a 68 mil 776; Sedesol, de 6 mil 801 a 15 mil 302, y la de Comunicaciones y Transportes pasó de 24 mil 664 a 51 mil 504. Esto pese a que el Gobierno que está a punto de concluir emprendió en más de una ocasión un plan de austeridad y control de plazas.
Para Oliver Meza, investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas (Cide), las variaciones del volumen de plazas pueden estar relacionadas con los ciclos electorales, debido a que al ofrecer puestos de trabajo se pueden asegurar voluntades de grupos.
“El sector público puede funcionar como una mercancía para el clientelismo”, explicó.
La estimación no incluye a la Secretaría de Gobernación, debido a que tuvo ajustes en 2013 al absorber a la Secretaría de Seguridad Pública, ni a la de Energía, que llegó a incluir a las paraestatales, lo que genera grandes fluctuaciones.
Con información de Noticracia.