El gobernador Enrique Alfaro de Jalisco parece no entender el claro mensaje que le está enviando la ciudadanía de aquel estado. Ante los graves problemas de inseguridad, violencia y desempleo que padece el estado, el primer mandatario estatal ha optado en las últimas semanas en vivir una vida relajada, asistiendo a partidos de fútbol y basketbol, lo mismo en Pachuca, Los Ángeles y hasta en Guadalajara.
El día de ayer, luego del escándalo de su asistencia al partido de los Lakers en asientos de lujo en la ciudad de Los Ángeles, el gobernador jalisciense dejó a un lado la contingencia del incendio que consume el pulmón del Área Metropolitana de Guadalajara, el Bosque de La Primavera, y se dio cita en el Estadio Jalisconpara presenciar el partido de los Leones Negros de la U de G y tomarse unas “chelas” con amigos que lo acompañaron.
Lo que refleja Enrique Alfaro es una clara indolencia e insensibilidad ante los problemas y realidad que vive el estado que gobierna. Lo de ayer es un claro desafío a quienes le han señalado que se está equivocando. Todo parece indicar que el corregir y aceptar que se equivocó no está dentro de las posibilidades del gobernador.
Es la misma soberbia de siempre que ha caracterizado al gobernador desde sus juventudes, donde presumía que había nacido en cuna de oro y sabanas de seda, pues su padre fue rector de la U de G y, posteriormente, cabeza de una de las familias más ricas de Jalisco.