Luis Echeverría Álvarez, quien fuera presidente de México desde el 1 de diciembre de 1970 hasta el 30 de noviembre de 1976, actualmente vive en su casa en el abandono.
Luis Echeverría era el secretario de Gobernación, es decir, el encargado de la seguridad nacional, cuando se efectuó el lamentable hecho del 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco.
Aunque el expresidente Gustavo Díaz Ordaz asumió la responsabilidad por la represión, nunca reconoció su culpabilidad, asegurando que quienes la compartían eran Echeverría y otros funcionarios de su administración.
Por si fuera poco, a Echeverría también se le atribuye una segunda represión estudiantil ocurrida durante su sexenio, el 10 de junio de 1971, en un suceso que marcó a la historia de nuestro país como El Halconazo.
Por ambos casos, Luis Echeverría fue citado a declarar en 2002, y se le dictó prisión domiciliaria por genocidio en 2006; sin embargo, su abogado, Juan Velásquez, consiguió su libertad y exoneración en 2009; sin embargo, las cosas solo ha ido en detrimento para el expresidente.
A 50 años de de Tlatelolco, Luis Echeverría vive confinado, casi en el abandono y sin grandes lujos, en un rincón de la que fuera su residencia en San Jerónimo, en la Ciudad de México.
A sus 97 años, Luis Echeverría requiere de asistencia todos los días de su vida, pues al estar obligado a utilizar sillas de ruedas, solo puede desplazarse con ayuda de alguien más.
De acuerdo con Proceso, el expresidente ahora vive en el destierro familiar, mientras sus hijos venden por partes la residencia en la que hasta hace algún tiempo recibía a sus amigos, viejos priistas y a quienes fueron sus funcionarios.
Hasta hace unos años, Luis Echeverría todavía obtenía ingresos por sus negocios inmobiliarios y gozaba de una jugosa pensión como expresidente.
Según datos oficiales, el exmandatario recibía cerca de 200 mil pesos mensuales, entre los 100 mil de sus inmobiliarias, sus 64 mil pesos de la Presidencia y 22 mil de la pensión del Issste, pero casi medio siglo después de haber concluido su sexenio, solo le queda el recuerdo del régimen autoritario del PRI.
Con información de Proceso, La Jornada y ADN Político